ME VOLE
La verdad no es cuestión de opinión, la verdad se impone por si sola, no reconoce fronteras, la mentira no perdura, no puede perdurar por si misma, solamente puede intentar perpetuarse escudandose en verdades parciales, los valores no son subjetivos no dependen de lo que uno sienta o deje de sentir, por eso son valores, por su carácter de inmutables, eternos y objetivos, y eso nada ni nadie lo puede cambiar.
Estoy cansado de vivir en un mundo donde no importa nada, estoy cansado de vivir en un mundo que ahoga a su juventud en drogas, en alcohol, en mil y una formas de alienación sea frente a un televisor o frente a una play o en el Cyber. Estoy cansado de vivir en el siglo XX Cambalache donde el que no afana es un gil.
Temo por nuestro futuro, si los líderes del mañana son miembros de esta generación a la que le entumecen el cerebro, a la que le enseñan a no creer en nada y a cagarse en todo, a la que la sumergen en un sinfín de sensaciones sin sentido, entonces toda esperanza se apaga como un cirio falleciente.
En una provincia donde el 66% del electorado confirmó en las urnas la dictadura del peronismo, bah peronismo, hasta el mismo Perón los cagaría a trompadas si viera lo que hacen, eso si, después los invitaría a todos a unirse a que lo voten, único factor común que pueden tener las doctrinas justicialistas.
En un país donde la segunda fuerza política es el Pro que con esa designación busca esconder su carácter de extremos fascistas, un partido que brinda con canapes como engañaron al estúpido yuppie porteño, mientras en las villas se mueren de hambre.
En un país donde hay gente que lo vota a Patti, porque creen que la mano dura en el tema penal y el gatillo fácil pueden solucionar un problema que se cae de maduro que es de origen socioeconómico.
En un mundo donde un texano demente juega al Teg con el planeta, como si fuera otra de las empresas petroleras de papa.
No es lo mismo la verdad que la mentira, no es lo mismo lo justo que lo injusto, qué carajo le pasa al mundo que ha dejado dormir y caer en un letargo soporífero el fuego que lleva adentro el hombre, ese fuego que quema el pecho y que te hace levantarte día a día y hacer las cosas como corresponde, trabajar por algo mejor, predicar y obrar la verdad, ese fuego que sin lugar a dudas te dice a gritos cuál es la verdad, que te pide a gritos que hagas algo, que hasta con el último aliento antes de apagarse grita: MUERTE A LA HIPOCRESIA.
"O fríos o calientes a los tibios los escupiré de mi boca". "Por sus frutos los conocereis"